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dilluns, 23 de novembre del 2015

LEROS ( 1ª parte )


Rumbo al Dodecaneso las dos primeras islas más cercanas 
eran Leros y Kalimnos, relativamente a la misma distancia de Levithia. El viento debía soplar del Norte durante la travesía así que una vez saliésemos del resguardo de la isla decidiríamos el rumbo definitivo para navegar más cómodamente hasta la siguiente parada.
Pasado el Sur de la isla el viento real era NE y de unos 15 a 18 nudos de velocidad, con rachas de 20. Hacia Leros tocaba ceñir y hacia Kalimnos sería un alegre través con viento y mar por babor… el rumbo estaba decidido.

Llegamos a Kalimnos por su lado NW, entre picifactorías, la Punta Kefala y la pequeña Kalavros (desde el W no parece que sea otra isla) entramos en la Bahía Vorio, más conocida como Emborios donde hay unas boyas de amarre gestionadas por la taberna Capitán Kostas. El uso de las boyas es gratuito, a cambio se debe ir a comer o cenar al menos una vez a la taberna. 




La bahía ofrece protección contra casi todos los vientos, pero es relativamente profunda y no tiene buen agarre para el ancla, así que siempre que sea posible es mejor utilizar las boyas que son un poco grandes y si hay poco viento suelen chocar contra el casco del barco, haciendo un poco de ruido.
Allí pasamos dos días, disfrutando de las vistas y la protección de las montañas, esperando un viento más favorable para llegar a Leros. 





Emborios es un pequeñísimo pueblo con algunas tabernas y bares. La visita al resto de la isla la dejamos para más adelante. 

Pasados dos días, según el parte el viento había cambiado ligeramente de dirección y nos llegaría desde el Este, por estribor rumbo a Leros. Desde nuestra posición dentro de la bahía era difícil apreciar los cambios reales del viento. 


Vista desde la bahía. Al fondo Isla Kalavros. 

Nos pusimos en marcha y el pequeño cambio meteorológico no sirvió de nada. En solo diez millas navegamos primero a vela y motor, luego a vela y después a motor para entrar con viento de proa a la bahía de Lakki…

Next Port Leros…




La bahía de Lakki (Porto Lago) es un excelente puerto natural, relativamente estrecha en la entrada y amplia y alargada en su interior. La llegada por mar a la ciudad es casi un viaje en el tiempo a la Italia de Mussolini. La arquitectura tiene muy poco que ver con el estilo griego. La primera linea de mar tiene todavía aspecto de zona militar. 




Son construcciones de la época de la ocupación militar italiana tras conquistar estas tierras en la guerra contra Turquía.  Más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial fueron ocupados también por los alemanes. Las construcciones con paredes altas y curvas de estilo austero, militar y un tanto megalómanas se conocen con el nombre de “Racionalistas”. 




La ciudad que creció a este lado de la isla eran en su mayoría viviendas de militares que prestaban servicio en el ejercito de ocupación italiano y más tarde alemán.

Luego le siguió la dictadura de los Generales en la que se utilizaron algunos de los edificios como cárceles y centros de “atención psiquiatrica” que acabó también en desastre… esto es a grandes rasgos pues Leros tiene una historia larga y convulsa en la que casi siempre acabó mal parada.


Mientras nos acercábamos a la zona de puertos (pues hay tres en semicírculo al final de la bahía) chocamos de bruces con la dura realidad del problema de la inmigración. El Dodecaneso, al ser la zona griega más cercana a Turquía es la que sufre más directamente este problema. Decimos problema porque están realmente desbordados. Cada día centenares de inmigrantes llegan a Leros, o bien recogidos directamente de sus barcas a la deriva por los barcos de la guardia costera, o en ferris provenientes de otras islas a las que han llegado previamente. Una vez llegados aquí, les revisan el pasaporte, les dan agua y algo de comer, les llevan a una especie de “campamento” y les dan un papel conforme pueden estar un mes en la isla, tiempo que dedican para comprar un billete e irse. La gran mayoría optan por ir a Atenas y desde allí empezar a buscarse la vida en Europa. Algunos piden dinero para pagar los 41€ que cuesta el pasaje en ferri hasta Atenas.


continuo entrar y salir de la guardia costera

 Hablamos con un chico marroquí, que había decidido entrar a Europa por esta vía en vez de hacerlo por el estrecho de Gibraltar. Hablaba un poco español y cómo no?… conocía el Barça y a Messi (gran embajador de Cataluña). No sabía casi inglés, no tenia dinero, y no tenia la menor idea de a donde ir… decía: “tal vez, Alemania, Bélgica, Suecia”...ya se verá.  Que pensará hacer? cómo se las arreglará? no tiene ningún plan, ni rumbo… estos y otros pensamientos y la sensación de impotencia nos oscurecía el ánimo… cómo podemos ayudarles, les damos dinero?? les damos de comer?? alguna ropa de invierno?? ...No podíamos ayudarles a todos! Impotencia y tristeza. Mil ideas diferentes invadían nuestros pensamientos.
Cientos de personas llegan cada día y esto es solo una pequeña muestra de la gran cantidad de desplazados que hay por motivos similares en diversos puntos de nuestro planeta y de los que se sabe bien poco. Sin hablar de los que mueren en el intento.
Ya sabíamos que este viaje nos llevaría a vivir muy de cerca esta cruda realidad entre otras y que todo no iban a ser alegrías. Hacía días que recibíamos por Navtex mensajes escritos de avisos sobre barcas a la deriva o rescates de inmigrantes en zonas determinadas.
El refrán “la vida es dura” toma pleno significado en estos momentos en que la evidencia nos golpeaba una y otra vez a pesar de estar sobre aviso. 
Es difícil de explicar. La realidad te sobrepasa. Esta gente en su mayoría no vienen por hambre. Huyen de una masacre, de una guerra, impulsados por el instinto de supervivencia. Son en su mayoría jóvenes y familias con hijos pequeños. Los mayores suelen quedar atrás. Invierten todo lo que tienen para escapar. Tristemente la desgracia de unos está siendo el negocio de otros. 
Grecia con sus escasos medios está haciendo frente a una situación a la que no parece darle mucha importancia el resto de Europa. Es un grave problema, más de lo que se ve a simple vista…




Decidimos salir a dar nuestro paseo habitual en bici e intentar llegar al otro lado de la isla. Eran solo unos 4 o 5 km, la dificultad estaba en el desnivel. Resultó ser una pendiente suave pero continua de unos tres kilómetros y medio. El regreso fue mucho más fácil… 
A medida que nos alejábamos de Lakki, parecía desaparecer la oscuridad del alma. A tan solo un kilómetro más allá la vida transcurría con normalidad, como si no pasara nada. 
Mientras nos acercábamos al pueblo de Pandeli los estímulos visuales desviaron nuestra atención… no era todo blanco, la tendencia era la mezcla de colores, todo un toque diferencial. 






Casi sin querer fuimos a parar al pequeño puerto de pescadores, con sus barcas de colores, tabernas sobre la arena con pulpos secándose al sol, flores y restos de molinos de viento entre las casas que nos llevaban de regreso a la Grecia tranquila y agradable… sin embargo nuestras preguntas continuaban rondando por nuestras cabezas: que va a ser de esa gente?


Puerto de Pandeli

Puerto Pandeli es en esencia un pequeño puerto de pescadores. Hay espacios libres al centro y a la entrada donde los barcos de paso pueden amarrar libremente. Está bien protegido sobre todo de los vientos del N-NW. También se puede fondear relativamente cerca de la bocana y frente a las tabernas de la playa.









Una vez recorrido este lado y recuperado un poco el aliento en una taberna junto al mar, dejamos las bicicletas en una esquina cualquiera para subir por las empinadas calles rumbo al castillo para intentar ver el pueblo de Platanos y Ay. Marina que está en la bahía siguiente.




Bahía Alindas, con Ay. Marina en primer plano.


Luego de llegar tan arriba como pudimos decidimos volver atrás y llegar hasta el otro lado con las bicis que según habíamos visto estaba relativamente cerca.


Platanos


Puerto de Áy. Marina

Llegaba la noche y el momento de regresar al barco que estaba en el amarre público en el paseo del mar donde solo estaban un pequeño yate de médicos sin fronteras y más allá estaba el Tula2, el barco de Marina y Daniele, una pareja de extrovertidos italianos que nos habían dado la bienvenida a nuestra llegada y con los que tuvimos afinidad rápidamente. Daniel, como preferimos llamarle nosotros, recién llegaba de su travesía desde el norte de Estados Unidos y aún estaba atareado recomponiendo algunas piezas. 


Tula2



Al día siguiente nos presentaron a Miguel y Dora, una divertida pareja de Españoles que después de unos años dando la vuelta al mundo en el Oceano VI decidieron tomar Leros como su base oficial en el mediterráneo. Al día siguiente cenamos los seis en el Tula 2.


De izquierda a derecha: Daniele, Alex, Dora, Miguel y Marina


Leros es una de las islas con más concentración de barcos para pasar el invierno, tanto en el agua como varados. Hay tres varaderos importantes con precios más o menos acordes a los servicios que prestan. Leros Marina en Lakki posee uno de ellos. 


Leros Marina

Pasados unos días salimos en dirección al Norte rumbo a Lipsi. Ese mismo día por la mañana el Tula 2 se iba al varadero del Norte en la bahía de Partheni, mientras Miguel en Leros Marina desmontaba las velas, drizas y escotas del Océano VI para pasar el invierno. Quedamos todos en volver a vernos a nuestro regreso en dirección al Sur del Dodecaneso.


Una vueltecita y volvemos a Leros!!



Next Port Lipsi, Lipsa o lipso y la bella Patmos.

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